Como todos los años la Semana de la Reforma impacta en la agenda de la escuela  y favorece un espacio para compartir nuestra pertenencia confesional.

Como escuela de la Reforma los postulados del siglo XVI no quedan anclados en el tiempo, sino que nos permiten realizar un abordaje desde nuestro contexto.

¿Cuál sería el significante de la Reforma en el siglo XXI?

Si bien en tiempos de Lutero la teología abarcaba un lugar fundamental en el debate de las ideas y también en la ideología, hoy, otras disciplinas nos ayudan a hacer nuevas interpretaciones del mundo.

Las ciencias sociales son en este tiempo herramientas indispensables para atender las conductas humanas, desde lo individual y social. Así como en el siglo XVI la religión ocupaba un lugar esencial en la vida del individuo, hoy, las preocupaciones se debaten en otros ámbitos, por ello, no ha sido de extrañar que en todo el marco de la pandemia haya habido escasa relación con la espiritualidad de la gente o con el concepto mismo de la trascendencia. Hoy la sociedad tiene características más pragmáticas, que buscan respuestas en el aquí y ahora, son más inmediatas y, aunque me disguste, no considera que la teología es una herramienta para pensar el mundo, ni a la espiritualidad como parte del todo.

Este año recordamos los 500 años de la presentación de Lutero en la Dieta de Worms, ante el mismísimo emperador Carlos V. La presencia de Lutero, a pedido de la iglesia católica, era para que éste se retracte de sus escritos que cuestionaban fuertemente la autoridad papal y las indulgencias. Es interesante entender en el contexto como Lutero defendió sus argumentos y pronunció delante del emperador la famosa frase “Aquí estoy, y no puedo hacer otra cosa”, Lutero estaba dispuesto a que lo convenzan con las sagradas escrituras y de esto es lo que estaba seguro y sobre lo cual sostenía sus convicciones. Es el inicio del individuo a sostener sus ideas.

La Reforma cambia la mirada del mundo, produciendo una nueva concepción del individuo y su relacionamiento social, descubre la importancia del cristiano en el protagonismo político para mejorar las condiciones de la “polis” (la ciudad, la vida pública, el Estado). Desde la concepción teológica se la conoce como la doctrina de los dos regímenes, el cristiano actúa en la vida eclesial pero al mismo tiempo es ciudadano; es decir, que el cristiano se prepara para adorar a Dios, ser receptor de su Gracia pero a su vez, para mejorar las condiciones del ser humano en la relación con los demás y con el mundo, como resultado de esa relación con Dios.

El debate en el siglo XVI tenía como centro la autoridad papal y la natural injerencia  de la iglesia en las cuestiones públicas, produciendo un pensamiento hegemónico cuya desobediencia implicaba saltar a la vereda de la herejía. La necesidad del perdón como paradigma de la época presentaba en las indulgencias un atajo a la misericordia de Dios, mediante el pago de dinero.

Dorothy Sölle
                 Dorothy Sölle

Aquí la Reforma restituye el valor de la Gracia como don gratuito para la salvación, mediante la fe y por obra de Cristo.

La teóloga alemana Dorothy Sölle planteaba en el siglo XX, que en lo individual y colectivo la preocupación no sería por el perdón de los pecados, sino que, la pregunta o la rebeldía sería: como los seres humanos construimos un mundo posible desde la libertad.

Por lo tanto para un protestante cada vez que nos referimos a la Reforma transitamos desde el lugar de la Fe, los nuevos desafíos del ser humano, atendiendo a que como obra maravillosa de Dios estamos llamados a ser libres, aunque a veces, como diría Erich Fromm, nos paraliza el miedo.

 

Pastor Ricardo Veira.